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mismo de su reinado, le escribieron estos enemigos una carta contra los nuevos moradores de Judá y Jerusalen. El historiador sagrado no nos dice ni el contenido de la carta, ni si fué contestada por Asuero, que murió á los tres años; en cuyo tiempo continuó la obra del templo, aunque pausadamente y venciendo las dificultades que oponian sus enemigos.

Cartas al Rey Artaxerxes contra los Judíos. Sucedió al Rey Asuero su hermano Artaxerxes, y sea porque los enemigos advirtiesen en el nuevo Monarca alguna oposicion al pueblo judío, sea porque tuviesen de su parte la Córte, ellos lograron que los Gobernadores régios, Beselan, Mitridates, Tabel y los de su consejo escribiesen al Rey una carta de acusacion contra los Judíos; y que Reum Presidente y Samsai secretario y los demas de su consejo escribiesen otra contra las obras de Jerusalen en nombre de las naciones trasportadas á Samaria y Judea, y de esta nos ha quedado una copia y tambien de la contestacion que dió el Rey, y que en compendio son las siguientes.

Al Rey Artaxerxes, sus siervos, los hombres que están á la otra parte del rio (Eufrates) salud. Sea notorio al Rey que los Judíos que subieron de tu imperio á nosotros, vinieron á Jerusalen, ciudad rebelde y pésima, la que están edificando, levantando sus muros y reparando sus paredes. Ahora, pues, sepa el Rey: que si aquella ciudad fuese reedificada y reparados sus muros, no pagarán tributos, ni alcabalas, ni rentas anuales, y este perjuicio llegará hasta los Reyes. Haz reconocer los libros de las historias de tus padres, y en sus comentarios lo hallarás escrito, y sabrás que aquella ciudad es rebelde y nociva á los Reyes y á las provincias, y que de tiempos antiguos se fraguan en ella las guerras, por cuya causa ha sido destruida; y en fin hacemos saber al Rey: que si aquella ciudad fuese reedificada, no le quedará posesion de la otra parte del rio; y el Rey

contestó:

Contestacion del Monarca. La acusacion que nos habeis enviado, se ha leido públicamente en mi presencia y de mi órden se han reconocido las memorias y se ha encontrado, que esa ciudad ya de tiempos antiguos se rebela contra los Reyes y se fraguan en ella sediciones y guerras, y que hubo en Jerusalen Reyes muy fuertes, que fueron dueños de todo el territorio que está á la otra parte del rio, y que cobraban tributos, alcabalas y rentas. Ahora, pues, oid mi sentencia. Prohibid á aquellos hombres que edifiquen esa ciudad hasta tanto que acaso yo no mandáre otra cosa: cuidad de no ser negligentes en cumplir esto, y que el mal no vaya poco a poco creciendo contra los Reyes.

Cesa la obra del templo por la cobardia del pueblo. Esta órden causó gran contento á los enemigos del pueblo de Dios, y luego pasaron con ella á Jerusalen; la hicieron saber á los Judios, y á mano armada les obligaron á cesa corar bora; y entonces se interrumpió la edificacion de la di del Señor hasta el año segundo del reinado de BIBLIOT

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Darío, Rey de los Medos y yerno de Ciro. La desgracia del pueblo en esta ocasion no consistió tanto en la violencia de la persecucion como en su desaliento. Ellos tenian libre el camino de la representacion. La carta de sus enemigos contenia imposturas muy fáciles de deshacer, y el decreto del Rey dejaba franca la puerta á la reclamacion. Por otra parte, ni sus enemigos hablaron una sola palabra contra las obras del templo, ni el decreto del Rey hizo mencion de ellas, ni el de Ciro, acerca de edificar el templo, se habia revocado, y por último, si la órden del Rey Artaxerxes les prohibia levantar los muros de Jerusalen, el decreto de Ciro les ordenaba la reedificacion de su templo y y les sostenia en esta obra; pero no pocas veces se encuentran entre los que hacen profesion de servir al Dios verdadero, hombres de saber y de mucha política, que deslumbran á la muchedumbre con una prudencia terrena y cobarde. Es necesario, dicen, no exasperar los ánimos, no precipitar las resoluciones, no perderlo todo por quererlo todo; es preciso dejar que pase la borrasca, esperar tiempos bonancibles... Estas máximas, tan acomodadas á nuestra conveniencia y pereza, alguna vez podrán convenir; pero generalmente son los enemigos del verdadero zelo. Sin embargo ellas prevalecieron en esta ocasion, y por mas que Josué, Zorobabel, Esdras, Nehemías y otros hombres fervorosos animaban y exhortaban á la continuacion de la obra, nada consiguieron; el zelo tibio miró como imprudente al zelo fervoroso, y la cobardía y desidia del pueblo prevaleció contra el fervor de estos grandes hombres. Se formó por la multitud una conciencia de prudencia blanda y especiosa, una conciencia de conveniencia é interés y ya la obra de Dios se remitió á la oscuridad é incertidumbre de los tiempos futuros.

Dios castiga esta cobardía. Los enemigos, al paso que se opusieron con tanto empeño á la continuacion de la obra del templo, contemporizaron en cuanto á la edificacion de casas y adquisicion y cultivo de tierras y viñas, si ya no es que de intento les presentaron este cebo de los intereses, para distraerlos de la obra empezada. Ellos en suma abandonaron la edificacion de la casa del Señor, y el Señor principió desde luego á castigar este abandono. Mas de cinco años pasaron ocupados únicamente en sus intereses, plantando viñas con empeño y esmero, cultivando los campos con afan y sudor, y no omitiendo trabajo para adquirir y aumentar los bienes terrenos, y mas de cinco años tuvieron el sentimiento de ver sus afanes sin fruto. El pais mas fertil del mundo fue para ellos una tierra estéril. Faltaban las lluvias á los tiempos oportunos, y hasta el Cielo escaseaba sus rocíos. Sembraban y su cosecha principal eran lágrimas al ver su miseria. Sin embargo, un estado tan triste y unos castigos tan visibles no les sacaban de su error, ni les enmendaban. Entonces el Señor compadecido de su ceguedad y miseria, les envió Profetas que les hiciesen conocer el motivo de sus castigos, y les exhortasen á destruirle con la penitencia y la enmienda.

El Profeta Aggeo la reprende. El año segundo del reinado de Darío en Babilonia, habló el Profeta Aggeo á los habitantes de Judea y Jerusalen en nombre del Señor, Dios de Israel. El dia primero del mes sexto de dicho año vino palabra del Señor por boca del Profeta Aggeo á Zorobabel, hijo de Salaciel, Príncipe de Judá y á Josué, hijo de Josedec, Sumo Sacerdote, diciendo: ese pueblo dice: no ha llegado aun el tiempo de edificar la casa del Señor ¿Con que vosotros teneis tiempo para habitar en casas artesonadas y mi casa estará desierta? Poned vuestro corazon sobre vuestros caminos (y conoced el motivo de vuestros castigos). Sembrásteis mucho y cogísteis poco; comísteis y no os sociásteis; bebísteis y no os alegrásteis; os cubrísteis y no os calentásteis; y los que recibísteis precios, los echásteis en saco roto. Esperábais lo mas y os vino lo menos. Lo encerrásteis en vuestra casa, y yo lo disipé. ¿Y por qué? Porque mi casa está abandonada. Vosotros os mostrais afanosos; pero es cada uno para su casa. Por este abandono se prohibió á los Cielos que diesen agua para vosotros, y á la tierra que produjese fruto. Por esto vino la sequedad sobre la tierra, sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite y sobre cuanto produce la tierra; sobre los hombres, sobre las bestias y sobre toda la labor de las manos. Poned vuestros corazones sobre vuestros caminos (contempládlos y abandonádlos). Subid al monte, traed maderas y labrad mi casa. Ella me será agradable y yo seré glorificado en ella.

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