oro y cuatrocientas y diez de plata; y de otros vasos un mil, sin contar con otros menores. Todos los vasos de oro y de plata cinco mil y cuatro cientos! Ciro en su decreto habia dicho: que el Señor, Dios del Cielo, le habia mandado que le edificase un templo en Jerusalén, ciudad de Judea, y en cumplimiento de este encargo del Cielo, mandó: que fuese edificada la casa de Dios que estaba (arruinada) en Jerusalen, para ofrecerle en ella sacrificios: que se echasen tales cimientos que sostuviesen la altura de sesenta codos (treinta varas): que los formasen de tres hileras de piedra sin Jabrar y una de madera nueva y asi alternando los levantasen; y que los gastos se pagásen de la casa del Rey. Salida. Con esto se despidieron del amable Monarca, y salieron de Babilonia el dia primero del mes décimo (que corresponde al dia primero de la luna de Diciembre) del año corriente, que era el setenta, y el último del cautiverio. Fue largo el viage, porque Babilonia distaba de Jerusalen cerca de trescientas leguas, y porque se conducian familias enteras, compuestas la mayor parte de ancianos, mugeres y niños, á mas de los ganados de carga y abasto, el oro, la plata y los muebles preciosos, que no podian perder de vista en unos paises donde casi siempre se hallaban rodeados de enemigos; y despues de cuatro meses de una marcha, tanto mas penosa, cuanto se hacía en la estacion mas fria del año, llegaron á la Judea hacia el fin del primer mes del año siguiente (que corresponde al fin de la luna de Marzo.) 1, Josué soberano Pontífice y Zorobabel Príncipe de Judá vinieron siempre al frente de los caminantes, participando de todos sus trabajos, fatigas y riesgos. Esdras, tio del gran Sacerdote, y célebre por su habilidad y su zelo; y Nehemías, varon de gran consideracion, y tambien célebre por los grandes servicios que hizo á su nacion, venian en este primero y principal viaje, que hizo Israel del destierro á su pátria. Era admirable y de la mayor edificacion ver una multitud de hombres venerables por su edad abanzada, y entre ellos el ilustre Mardoqueo, tio de la Reina Estér, dejar sin sentimiento habitaciones cómodas, ricos establecimientos y puestos los mas honoríficos, y preferir á todo un sepulcro en la tierra de sus padres. Entrada en Judea y recuento. Luego que entraron en aquella tierra, que el cautiverio de setenta años les habia hecho tan deseable, como en otro tiempo á sus padres, se postraron en ella, adoraron al Señor Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob y le rindieron las mas humildes y tiernas gracias. En seguida hicieron un recuento general de la porcion que por esta vez volvia del cautiverio, y estos son, dice el sagrado texto, los que subieron del cautiverio á Jerusalen y á Judá, cada uno á su ciudad... (aqui expresa las familias de Judá, Benjamin y Leví; pero no las que vinieron de las otras tribus, aunque tambien las incluye en la suma). Toda esta multitud (uniforme) como un sólo hombre, fueron cuarenta y dos mil trescientos y sesenta, sin contar los siervos y siervas de estos, que eran siete mil trescientos y treinta y siete, y todos componían los cuarenta y nueve mil seiscientos noventa y siete que volu vieron á la Judea, y añadiendo á este número el de mugeres y niños, siempre pasaria de cien mil personas. Sus caballos fueron setecientos treinta y seis, y sus mulos doscientos cuarenta y cinco; sus camellos cuatrocientos treinta y cinco, y sus asnos seis mil setecientos y veinte 1 Entrada en Jerusalen y ofrendas de los Principes y cabezas de familias. Entraron en Jerusalen, que no era otra cosa que montes de ruinas, y llegando al lugar donde en otro tiempo habia estado la casa de Dios, solo hallaron los escombros de aquel magnífico templo, que publicaban no obstante su magnificencia, y aqui derramaron torrentes de lágrimas que solo pudo contener la esperanza de volver á verle edificado. Para esto hizo desde luego cada uno de los Príncipes y cabezas de familias grandes sacrificios. Ofrecieron cuanto les fue posible, y subieron las ofrendas á sesenta y un mil sueldos de oro (un millon seiscientos ochenta y dos mil ochocientos oclienta y dos reales) cinco mil minas de plata (dos miIlones ciento ochenta y ocho mil doscientos cincuenta y ocho reales), y cien vestidos Sacerdotales, que completarian al menos el valor de cuatro millones. ; Vuelta á sus ciudades y pueblos. Despues de unas ofrendas tan cuantiosas, inspiradas por la religion, las familias y parentelas se formaron en compañías para ir cada una á sus antiguas ciudades y pueblos, y entrar en la posesion de sus casas y tierras; pero en la ausencia de setenta años, todo habia cambiado. Pueblos enteros y aun ciudades estaban enteramente arruinadas, grandes terrenos incultos y eriales, y las ciudades y pueblos que subsistian y las tierras que estaban cultivadas tenian por dueños á aquellos extrangeros que Teglafalafar y otros Reyes habian enviado á la Samaria; que se habian estendido á la Judea, y que, á título de conservadores y poseedores pacíficos de tantos años, se juzgaban con un derecho indisputable á conservarlas en su poder, y sobre todo á título de la ley del mas fuerte que estaba á su favor; porque esta vez no trajeron los Israelitas, ni armas, ni ejércites, como al conquistar esta misma tierra en tiempo de Moisés y Josué. Tuvieron, pues, necesidad de acomodarse con lo que quisieron cederles, cultivar los eriales y vivir en cabañas ó tiendas hasta que el tiempo fue proporcionándoles la reedificacion de los pueblos y ciudades arruinadas y la cultura de las tierras de, samparadas. 1 Pobladores de Jerusalen. Por lo que tocaba á Jerusalen, que se hallaba enteramente arruinada, se fijaron en ella Josué, Sumo Sacerdote con su parentela y gran número de familias Sacerdotales, y Zorobabel Príncipe del pueblo con la numerosa descendencia de la familia real de David, de la que él era cabeza. Levantaron entre las ruinas habitaciones para ponerse á cubierto de las estaciones, y luego se entregaron, con todo el afan que les inspiraba su celo, á descombrar el parvis ó centro del recinto del templo, para erigir el al tar de los holocaustos en él, y poder ofrecer otra vez sacrificios y víctimas al Dios de Israel. Ereccion del altar de los holocaustos, sacrificios y solemnidades. Limpio de ruinas el parvis, em prendieron la ereccion del altar, no sin gran contradiccion de los pueblos vecinos, que miraban en la reedificacion del templo y de Jerusalen un fuerte que les dominaria en adelante. A pesar del miedo que procuraban infundirles, Zorobabel y sus celosos compañeros lograron erigir el altar, y se halló concluido el dia primero del mes séptimo. Era este el dia señalado para la fiesta de las trompetas y se hallaron en Jerusalen de todas las ciudades, como si fueran un solo hombre. Con esta solemnidad principiaron á ofrecerse al Señor los holocaustos, los sacrificios de mañana y tarde, el sacrificio perpétuo del primer dia del mes, y los demas sacrificios de las fiestas consagradas al Señor, á mas de las víctimas y ofrendas que en los otros dias ofrecian los particulares. El dia diez se celebró la fiesta anual de la espiacion, y el quince la de los tabernáculos, todo con la solemnidad que permitian las angustiosas circunstancias en que se hallaban; pero con un corazon acaso mas religioso que nunca. Se emprende la reedificacion del Templo. Gran consuelo causaron á los hijos de Israel estos primeros espectáculos de su augusta religion; solemnidades que la mayor parte nunca habia visto, |