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Ciro se convierte y Daniel consigue el decreto de la libertad de Israel. Este portento que presenció el mismo Ciro, fue el último de aquella multitud que habia obrado el Señor, durante la cautividad en los imperios de Caldea y de Pérsia; el que convirtió á este Monarca, anunciado cerca de dos siglos antes de su nacimiento como libertador del cautivo Israel, y el que, preparando el fin del cautiverio, abrió la puerta á los cautivos para volver á su pátria. Ciro al ver este prodigio recobró todo aquel brio que le habia acompañado por toda su vida, y que pareció haberle desamparado á la vista de los amotinados: hizo en ellos un escar miento tan justo como terrible, arrojándolos en el lago de los leones; y presentó un ejemplar á todos sus súbditos para que jamás volviesen á inquietarle, y menos á insultarle con respecto á la religion de Daniel. Esto conducia en gran modo para que Ciro pudiese dar sin contradiccion la libertad á Israel. Tambien con este portento Daniel aumentó, si podia aumentarse, el ascendiente que ya tenia sobre el corazon del Monarca y le puso en el caso de hablarle sobre el repugnante negocio de dejar ir de su imperio, y perder una nacion entera, la mas fiel é industriosa de cuantas le componian.

Daniel viendo el cumplimiento de los sententa años del cautiverio, y la disposicion en que el Señor habia puesto el corazon de Ciro con respecto á este delicado asunto, se determinó á proponerle al Monarca y principió por darle á entender: que la esclavitud en que estaba su pueblo

de Judá, tenia fijado su término por el mismo Señor que le habia enviado al cautiverio para corregirle porque le amaba: que este término que era de setenta años, se concluia en el presente: que era ya tiempo de volver á poblarla, á levantar los muros de Jerusalen, á reedificar el templo del Señor y á ofrecerle víctimas agradables en el lugar que para esto él mismo habia elegido: que no intentaban los cautivos violentar la voluntad de su Rey: que en el largo espacio de setenta años la cautividad nada habia dado que hacer á sus antecesores: que él mismo, á pesar del aprecio que le habia merecido, jamás le habia hablado sobre la libertad de su pueblo, porque aun no habia llegado el término señalado por el Señor; pero que hallándose ya en él, esperaba que su amado Ciro, cuyo corazón se hallaba tan lleno de fé y religion, cooperaría de buena voluntad á que se cumpliese la voluntad del Señor: que era llegado el tiempo de manifestar un anuncio sumamente glorioso para el Rey, y que el Rey ignoraba.

Siglo y medio, Señor, antes de vuestro naci. miento, fuisteis destinado por Dios para dar libertad á su pueblo, y anunciado con vuestro propio nombre. No conociais á Dios cuando todas vuestras empresas salian á medida de vuestros deseos, cuando desmayabais á vuestros enemigos, quebrantábais los cetros y sujetábais á vuestro imperio los pueblos, las provincias y los reinos; y sin embargo á la proteccion especial de ese Dios, á quien no conociais, debeis aquellos asombrosos sucesos que os hacen al presente la admiracion

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de la tierra. Para cumplir el honorífico encargo, que Dios os fió, ha reunido á vuestro imperio de Media el de Pérsia y Caldea, donde viven las dos porciones que componen la cautividad. Isaías, que vivió en los reinados de Ozías, Joatan, Acáz y Ezequías, Reyes de Judá, y de quien debe hacerse memoria en los sucesos de Berodac-Baladan, Rey de Babilonia con motivo de la célebre embajada que envió este Monarca á Ezequías... Isaías, uno de nuestros Profetas mayores, cuyas profecías andan, hace cerca de dos siglos, en las manos de todo Israel y en las que se lee el nombre de Ciro siglo y medio antes que se oyese en el mundo el nombre de un Monarca que se llamase Ciro... Isaías fue el célebre Profeta por cuya boca habló el Señor las siguientes palabras:

Yo soy el que digo á Jerusalen: serás habitada, y á las ciudades de Judá: sereis edificadas. Yo soy el que digo á Ciro: tu eres mi pastor, y cumplirás toda mi voluntad. Yo soy el que digo á Jerusalen: edificada serás; y al templo: fundado serás. Yo he tomado la diestra de mi ungido Ciro para sugetar delante de él las gentes, para hacer que vuelvan la espalda los Reyes, para que se abran á su vista las puertas, y queden abiertas. Yo (Ciro) iré delante de tí, humillaré á los gloriosos de la tierra, romperé las puertas de bronce y quebrantaré los cerrojos de hierro. Por amor á mi siervo Jacob y á mí escogido Israel te llamé por tu propio nombre. Yo el Señor te cení (te amé) y no me conociste. Yo elevé á Ciro para ejecutar la justicia, y dirigiré todos sus caminos. El edificará mi ciudad y dará libertad á mi cautividad, no por precio, ni por dones (sino graciosamente). Lo dice el Señor Dios de los ejércitos.

Ciro al ver la destruccion de Bel y del Dragon habia renunciado á la adoracion de los ídolos, y al presenciar los portentos del lago de los leones se habia convertido en un adorador del Omnipotente. Ahora al verse anunciado tantos años antes por el Dios de la gloria, á quien adoraba y amaba, tuvo un placer extremado, y ya no pensó sino en desempeñar la comision que su Dios le daba. Desde este momento quedó decretada en su corazon la libertad de Israel, y luego se publicó en todo su imperio el edicto siguiente.

Decreto de Ciro. ,, Esto dice Ciro Rey de los Pérsas. El Señor Dios del Cielo me ha dado todos los reinos de la tierra (de oriente) y él mismo me ha mandado edificarle un templo en Jerusalen, ciudad de Judea. ¿Quién hay entre vosotros de todo su pueblo que quiera subir á Jerusalen? El Señor sea con él. Suba y edifique la casa del Señor Dios de Israel. Los que se quedáren en sus establecimientos, ayúdenles desde ellos con plata, oro, alimentos y bestias, sin contar en esto con lo que voluntariamente ofrezcan al templo del Señor que está (arruinado y va á edificarse) en Jerusalen." Tal fue el edicto de Ciro, de este famoso Monarca, anunciado por los Profetas, y elegido por Dios tantos años antes, para dar la libertad á Israel. Daniel vió en el edicto llenos todos sus deseos, y luego que fue publicado en todos los estados del Monarca, no trató sino de con

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seguir el permiso de separarse de la corte, cuya morada no convenia ya á su edad casi nonagenaria, y cuyos negocios no le éran ya interesantes, habiendo conseguido la libertad de sus queridos cautivos. Ciro estaba inexorable acerca de este permiso; pero el venerable anciano pudo tanto con sus súplicas, y sobre todo con sus ruegos al Señor, que al fin consintió el Monarca en que saliese de la corte; pero con la condicion de no alejarse de Babilonia para valerse en los grandes negocios de sus incomparables consejos.

Muerte de Daniel. Nada vuelven á decirnos los libros santos de este admirable Profeta; y parece que asi como Elias fue arrebatado por Dios en un carro de fuego y colocado en un lugar de reposo para defender algun dia la gloria de su Santísimo nombre, asi Daniel fue arrebatado por Dios en el carro de fuego de su divino amor al réposo del seno de Abraham para pasar algun dia á cantar entre los Angeles en el Cielo la gloria de aquel Santísimo nombre que tantas veces habia procurado honrar delante, de los Reyes y de los pueblos en la tierra. Las vidas de Elias y Daniel tienen una semejanza que no se encuentra en alguna de los demas Profetas, como advertirá cualquiera que las lea y compare.

Dificultades por parte de los cautivos para salir del cautiverio. La libertad del pueblo de Israel, cautivo hacía setenta años en castigo de sus prevaricaciones y las de sus padres, habia de ser obra de la misericordia del Señor; pero el Señor queria que Israel no pusiese por su parte

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