salzados que antes por Nabucodonosor, y Daniel lo fue por Darío, y conservó esta grande altura de estimacion y de aprecio, no solo en su reinado, sino hasta el reinado de Ciro. Ninguna cosa mas ventajosa para los cautivos que este triunfo y poder de Daniel, y este decreto y mandato de Darío. Este Monarca tan afecto al culto del Dios de Daniel era el dueño de los dos imperios de Pérsia, y Caldea, donde se encontraban las dos porciones del cautivo Israel, y Daniel, mas bien que un ministro, era un amigo y 'un compañero de Darío. Todo lo debian esperar los cautivos de situacion tan feliz, mas no habia para los verdaderos Israelitas gozo cumplido, mientras que se encontraban en una tierra extraña; y por mas sólidos que pareciesen sus establecimientos, ellos no los miraban sino como alojamientos de su cautiverio. Esperaban con ánsia la libertad de volver á su querida pátria, y creian que no estaba distante este tiempo dichoso, sobre todos Daniel, á quien nada ocupaba ya tanto como este pensamiento, ninguna diligencia omitia, ni perdonaba por descubrir el término preciso que el Señor habia señalado al castigo de sus rebeldías y á la conclusion de su cautiverio. Buscaba con desvelo en los libros sagrados. este suspirado término, y le parecia verle ya llegar. Profecias de Isaías y Jeremias acerca de la duracion del cautiverio. Leia en Jeremías: que esta cautividad sería la mas larga, despues de la de Egipto; pero que no pasaría de setenta años: que llegaría su libertad cuando se acabase la des 1 cendencia de Nabucodonosor: que esta descendencia se compondría de Nabucodonosor, su hijo y el hijo de su hijo; y que entonces sería trasladado el trono de Babilonia á un Monarca extrangero. Daniel veia cumplida plenamente esta profecía de Jeremías en el Rey Baltasar, nieto de Nabucodonosor y muerto sin descendencia, y y en Darío Monarca extrangero que ocupaba yá el trono de Babilonia. Solo faltaba que se cumpliese la de Isaías, acerca del Monarca que habia de dar fin á la cau-tividad y libertad á los cautivos para volver á la Judea su pátria. El Señor habia dicho por este Profeta: que sería un Rey de Reyes, un gran Monarca; y que se llamaría Ciro; y Daniel sabia esto mejor que otro alguno. Veía ya un Príncipe en el mundo con el nombre de Ciro, y le veía poderoso y ocupando el trono de los Medos, y no dudó que Ciro, Monarca de los Medos, era el llamado por Dios para dar libertad á su pueblo, y que la cautividad tocaba en su fin. Muere Darío y le sucede su hijo Astiages. Darío tan amante de Daniel y favorable á los cautivos, solo reinó un año en Babilonia, donde murió el sesenta y ocho de la cautividad. Parecía que Ciro destinado por Dios para concluirla en el año setenta, subiría ya al trono de la Caldea, pero no fue asi, porque Darío habia dejado un hijo en edad de reinar, y le ocupó en la muerte de su padre. Este nuevo Monarca se llamaba Astiages, como el hermano de su abuelo Asuero. Criado Astiages al lado de su padre el piadoso Darío, у testigo de los portentos que el Señor habia obra do en favor de la inocencia de Daniel, y en castigo de la envidia de sus enemigos, conservó al profeta y á la cautividad el mismo afecto y proteccion que su padre, de modo que los cautivos nada perdieron por la muerte de su protector el piadoso Darío; mas no era Astiages el destinado por Dios para darles la libertad, por mas estimacion que les dispensase. Muere Astiages y le sucede el gran Ciro. Reinó poco tiempo. Al cabo de ocho, y á lo mas, nueve meses, murió tambien en Babilonia, y aun que dejó hijos, no se hallaban en edad de reinar, y este era el caso en que, segun los tratados, debia ocupar el trono el Rey de los Medos en Pérsia y Caldea. Luego entró Ciro pacíficamente en la posesion de estos dos imperios, donde se hallaban las dos porciones que componian toda la cautividad, Fue recibido Ciro en Babilonia con las mejores disposiciones, ya por su derecho, fundado en los tratados hechos con Baltasar, y ya por la gran fama que le acompañaba; pero lo fue muy particularmente por Daniel y sus hermanos, que veian ya entre ellos al Príncipe anunciado oasi dos siglos antes, y designado por Dios para dar fin á su esclavitud y dejarles volver del destierro á su pátria, Es verdad que Ciro no se hallaba todavia con aquellas disposiciones que eran necesarias al buen cumplimiento de la gran mision para la que el Señor le habia escogido; pero aquel que le habia elegido, iba á proporcionárselas. Era Ciro un Príncipe idólatra, sujeto á toda clase de supersticiones, adorador de otros tantos dioses cuantos encontraba en los paises que conquistaba y en los imperios que adquiria. El debia toda su grandeza al Dios de Israel, y era acaso el único á quien no adoraba. Sin embargo estaba destinado para dar fin á la cautividad y debia conocer antes al Dios que adoraban los cautivos, y persuadirse que debia enviarlos á adorarle en Jerusalen. Uno de los primeros favores que recibió del Señor al entrar en Babilonia, para llegar á este conocimiento, fue encontrar en ella á Daniel. Honra Ciro á Daniel. Luego que le vió y trató Ciro, le amó y honró sobre todos sus amigos, hizo que comiese siempre á su mesa y lejos de rebajarle los honores y estimacion, que le habian dispensado sus antecesores, añadió nueva estimacion y nuevos honores, ensalzándole en tan gran manera que vino á ser como el Señor de los Señores, Medos, Pérsas y Babilonios. Tanta elevacion habría hecho temblar á Daniel al acordarse del lago de los leones, y tanta carga hubiera sido insoportable en su edad, si el bien de sus hermanos y el cumplimiento de las disposiciones del Cielo no le hubieran obligado á resignarse con todo. Daniel, este respetable anciano, aprovechaba el amor que le profesaba el Monarca para bien del Monarca mismo. En sus intimidades le hablaba con frecuencia del solo Dios verdadero; pero Ciro tan conquistador de los pueblos, como conquistado por las supersticiones, estaba muy aferrado en sus idolatrias. Era valiente: á nadie temia; pero en tocando á los dioses era el mas cobarde y el mas dispuesto á pasar por todos los embustes que se le quisiesen sugerir. Esta situacion y condicion del Príncipe era bien deplorable, sin embargo no era desesperada; porque ya se sabe que es menos dificil convertir á un adorador extraviado en adorador verdadero, que en adorador al que no adora: es decir, que no es muy dificil convertir á un idólatra; pero que es casi imposible convertir á un impío. Daniel trabajaba en la conversion de este Príncipe idólatra, y aunque le hubo de costar caro su empeño, no salió vana su esperanza. Idolo Bel. Cuando Ciro vino á Babilonia encontró un ídolo, llamado Bel, en la mayor altura de veneracion entre los Babilonios. Desde luego se declaró por su adorador, y todos los dias iba á rendirle sus cultos. Daniel adoraba á su Dios. ¿Y porqué? le preguntó un dia Ciro, ¿porqué tú no adoras á Bel? Porque yo, respondió Daniel, no adoro á dioses que fabrican los hombres, sino á Dios vivo que crió los cielos y la tierra y tiene poder sobre todo cuanto existe. ¿Pues qué, le dijo el Rey, piensas que Bel no es dios vivo? ¿Acáso no ves cuánto come y bebe cada dia? (se gastaban con este ídolo diariamente doce artabas (como unas mil y ochenta libras) de flor de harina, cuarenta ovejas y seis ánforas (diez y ocho arrobas) de vino). Y respondió Daniel sonriéndose: no vivais engañado ¡ó Rey! porque ese Bel por dentro es de barro y por fuera de bronce, y nunca come. Airado el Rey al oir esto, llamó á los Sacerdotes del ídolo y les dijo: sino me declarais quien come todo esto que se gasta diariamente, |