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estado muy ventajoso. Lisias los temía, y el jóven Antíoco consentía en la pacífica posesion del templo y la libertad de seguir su religion; pero lo hecho hasta ahora sobre el tratado de paz no era sino preliminares, y este importante negocio debia concluirse en Antioquía, á donde habian de ir los diputados Judíos para convenir en los artículos propuestos y firmarlos por ambas partes; mas como los Judíos conocian por demasiadas experiencias el genio de la córte de Siria, quisieron tener quien les apoyase para concluir felizmente el tratado.

Poder de los Romanos y recurso de los Judios á él. Estaba ya entonces Roma en disposicion de poner respeto á los mas poderosos Monarcas del oriente, y sus insinuaciones eran leyes de las que no se podia huir sin peligro. Tenian sus legados en la córte de Antíoco y al presente en el campo de Lisias, y los Judíos acudieron á ellos, pidiendo su proteccion para la buena conclusion de este asunto. Los Romanos se aprovechaban de todo para engrandecerse, y con el bello pretesto de sostener á los débiles, enflaquecian á los fuertes. Sobre este plan de su política no dejaron pasar tan buena ocasion de mantener en el seno de la Siria una nacion belicosa y capaz de resistir á todas sus fuerzas, como era la Judía, á fin de tener á la Siria ocupada y enflaquecida. Recibieron, pues, los legados Romanos con mucha atencion y cortesia la demanda de los Judíos, y les escribieron una carta Ilena de benevolencia, que es la siguiente.

Carta de los Romanos al pueblo de los Judios. ,,Quinto Memmio y Tito Manilio, legados de los Romanos al pueblo de los Judíos, salud. Las cosas que Lisias, pariente del Rey, os otorgó, tambien nosotros os las otorgamos: mas por lo que juzgó comunicar al Rey, despues de haberlo deliberado atentamente entre vosotros, enviadnos cuanto antes alguno para que determinemos, segun os convenga, porque nosotros vamos á salir para Antioquía, y por esto os dareis prisa á responder á fin de que sepamos lo que quereis. Tened salud. En el año ciento cuarenta y ocho á los quince dias del mes Xantico."

Debilidad del convenio entre Lisias y el pueblo Judío. Mucha razon habia para esperar que una treguą pedida por el General y Regente Lisias, en vista de tantos sucesos infelices como habian esperimentado sus tropas, parase en una paz duradera, la que, al parecer, se deseaba por ambas partes, y en la cual los Romanos, tan respetados ya y tan temidos, se ofrecian á ser mediadores; sin embargo, los Judíos no sacaron del convenio todas las ventajas que esperaban, y que les eran debidas.

Lisias se volvió á Antioquía al lado del Rey, y los Judíos, creyendo que tendrían paz y gozarían de sosiego en virtud del convenio, se entregaron á cultivar sus tierras, que habian estado en gran parte abandonadas con motivo de tantas guerras. Mas fuese que Lisias hubiese dado sus órdenes secretas á los Gobernadores que rodeaban la Judea; ó que no pudiese impedir por su poca autoridad, como sucede en las minorias de los Reyes, que los Gobernadores obrasen arbitrariamente y con demasiada independencia de la córte; lo cierto es, que estos Gobernadores pasaron por sobre el convenio y continuaron haciendo la guerra á los Judíos. Los que mas se distinguieron en este atropellamiento fueron Timoteo, Apolonio, Gerónimo, Demofon y Nicanor; y sobre todos, los habitantes de Jope, puerto del mar Mediterráneo, que cometieron con los Judíos la mas negra perfidia.

Crueldad que los habitantes de Jope cometieron con los Judíos. Convidaron á los que vivian entre ellos á que entrasen con sus mugeres é hijos en unos barcos que tenian prevenidos, y que les acompañasen á una diversion en el mar, y ellos condescendieron sin el menor recelo, porque estaban bajo la proteccion de la ciudad y de la paz hecha en la Siria; mas cuando ya se hallaron en alta mar, sumergieron en ella á todos los Judíos, hombres, mugeres y niños en número de

doscientos.

Los castiga Judas ejemplarmente y castiga tambien á Jamnia. Judas se hallaba en Jerusalen cuando supo esta crueldad, y no podia comprender, porqué tantos ejemplos de severidad como habia usado en semejantes ocasiones, no contenian en su deber á estos bárbaros, pero ahora mas que nunca conoció, cuan irreconciliable era con el pueblo de Dios el aborrecimiento de los gentiles, y que no había que esperar reposo con ellos, sino exterminándolos. Al momento ordenó á sus soldados que tomasen las armas, é invocando el nombre de Dios, justo Juez, marchó contra los asesinos de sus hermanos. Llegó á Jope de noche, pegó fuego al puerto, quemó cuantos barcos se hallaban en él con todos los que los ocupaban, é hizo pasar á cuchillo á los que perdonaban las llamas. Era su designio tomar la ciudad y exterminar todos los Jopitas; pero habiendo sabido que los de Jamnia querian cometer igual atentado con los Judíos que moraban entre ellos, corrieron á su socorro, los sorprendió tambien de noche, quemó su puerto, y todas sus naves, y fue tal el incendio que se veían las llamas desde Jerusalen, distante diez leguas. Hechos estos dos escarmientos no pudo Judas detenerse por entonces á tomar á Jamnia y á Jope para hacer otros en ellas, porque Timoteo, distinto del General de este nombre que fue muerto en Gazara, habia vuelto á encender la guerra al otro lado del Jordan, y era preciso volver á pasar el rio para detener sus progresos.

Se encuentra Judas con una tropa de Arabes, y son derrotadas. Judas tomó el camino del Jordan con sus tropas; mas apenas habian andado nueve estadios, marchando contra Timoteo, cuando se hallaron acometidos por una tropa de Arabes en número de cinco mil hombres de á pie y quinientos de á caballo. Luego se trabó una fuerte refriega, que con la proteccion del Señor dió á Judas una nueva victoria. Despues de haberlos derrotado, le pedian los que habian quedado con vida que les diese la paz, prometiendo ellos, que darían alimentos á las tropas, y las asistirían con todo lo necesario en cualquier tiempo. Judas creyendo que en muchas ocasiones le podrían ser útiles, les concedió la paz, y dadas las manos derechas, los Arabes se retiraron á sus tiendas y Judas siguió su camino.

Toma de la ciudad de Casfin al otro lado del Jordan. Pasó el Jordan y fue á poner sitio á la ciudad de Casfin habitada por una mezcla de diferentes naciones. Era una plaza fuerte rodeada de altos muros, y de puentes atrincherados. Los que la ocupaban, fiando en la firmeza de estas defensas y en la abundancia de sus provisiones, no se defendian con vigor, y se contentaban con insultar á Judas con maldiciones y con blasfemias, diciendo lo que no puede hablarse. Mas el Macabeo, habiendo invocado al gran Rey del mundo, que en tiempo de Josué sin arietes ni máquinas derribó á Jericó, acometió con furor, rompió sus puentes y sus muros, y habiendo tomado la ciudad por voluntad del Señor, dice el texto sagrado, hizo en ella tan gran mortandad, que un estanque vecino de dos estadios de anchura, aparecia teñido de la sangre de los blasfemos.

Guerra con el General Timoteo en el pais de Galaad y su derrota. Era Timoteo á quien buscaba Judas, persuadido de que derrotar su grande ejército sería dar fin á la guerra en aquel pais de un solo golpe; y esto procuraba. Supo en Casfin que se habia dejado ver al norte de la tierra de Galaad; casi treinta leguas de distancia. Emprendió luego la marcha, las anduvo en poco tiempo con su ejército, y llegó á los contornos de Characa, terreno habitado por los Judíos que llamaban Tubianeos. Timoteo en efecto habia estado allí; pero, como los Judíos se habian encerrado en

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