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ellas se atrincheraron, trayendo para su defensa todo género de máquinas. Judas que fue avisado de estas prevenciones, y que conocia la fortaleza de estas dos plazas, no juzgó que debia ocuparse por sí mismo en un sitio, que regularmente sería largo, teniendo cerca de sí otras defensas que hacer mas urgentes. Dejó para tomar las dos plazas á los oficiales Simon, José y Zaqueo con un buen número de tropas, acostumbradas á pelear y vencer bajo de sus órdenes; y él con sus valientes partió á otras peleas que urgían mucho mas que la toma de estas dos plazas. No nos dice el sagrado texto que peleas eran estas que amenazaban; pero es regular que fuesen algunos movimientos de Gorjias, á quien veremos mas adelante presentarse en batalla...

Defeccion de un cuerpo de las tropas que batian las torres, y su castigo. Entre tanto que Judas iba al encuentro de enemigos poderosos, los oficiales que habia dejado para tomar las dos torres, adelantaban los trabajos con energía, pero vino á entorpecerlos una traicion. La gente que comandaba Simon se dejó deslumbrar por el oro, que los principales apóstatas encerrados en gran número en las torres hicieron brillar á sus ojos. Les ofrecieron y entregaron setenta mil didracmas (cuatro millones y novecientos mil reales), y estos soldados infieles les dejaron salir, manejándose con tanto silencio, que nada supo su comandante hasta despues que habian huido. Dieron inmediatamente aviso á Judas, que aun iba marchando, y juzgó de tanta monta esta prevari

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cacion de sus tropas, que luego contramarchó y volvió con celeridad al campo de los sitiadores. Convocó á los Gefes y Príncipes del pueblo y les hizo presente la gravedad del delito que acababan de cometer las gentes de Simon. Les representó que su delito era de un ejemplo sumamente pernicioso para todos los soldados: que destruía la disciplina militar: que dando salida á sus enemigos, se podia decir, que habian vendido á precio de dinero la vida de sus hermanos y despreciado las leves de Dios y las órdenes de su General: que por él no tenia interes alguno particular: que les perdonaría desde luego su desobediencia, sino hubieran atropellado mas que sus derechos; pero que el bien de la pátria y la gloria y derechos de Dios, que acaso castigaría en todos ellos el delito de unos cuantos, si ellos le dejasen sin castigo, pedian que se hiciese justicia en los delincuentes. La junta de los Gefes y Príncipes del pueblo los juzgó reos de muerte, y luego fueron pasados por

las armas.

Toma Judas las dos torres y se vuelve à Jeru salen. El General tomó por su cuenta el ataque de las dos plazas, y entonces se vió lo que puede un solo hombre entregado á la proteccion del Señor, temido de sus enemigos y amado de sus tropas. Acometió á las ciudades y al primer impetu -las asaltó y se apoderó de ellas, matando en el choque mas de veinte mil hombres. Con este golpe terrible quedaron muy debilitados particularmen-te los Judíos apóstatas, que eran los que daban siempre mas que hacer al Macabeo y á los que

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temia mas por el escándalo que daban á su pueblo. Entre tanto el General Gorjias no se presentaba en campaña y se mantenía encerrado con sus gentes en las mejores plazas de los Filisteos y puertos del Mediterráneo, contentándose con motivar con sus salidas algunas alarmas, cual debió ser la que llamó la atencion de Judas, cuando se separó del ataque de las torres. Lo que no tiene duda es, que Gorjias temia á su contrario y no se hallaba con ánimo bastante para entrar en una batalla. Esperaba que Judas sufriese algun reves en los sitios que emprendia y batallas que daba, pero todo fue en vano. Judas triunfó siempre, y despues de haber castigado á los enemigos que tenia en la Idumea del poniente se volvió á Jerusalen lleno de gloria.

Guerra con Timoteo. Cinco Angeles pelean por el pueblo de Dios. Apenas habia llegado á la ciudad y principiado á dar algun descanso á sus tropas, cuando le avisaron que Timoteo venia con un grande ejército que habia levantado de tropas extrangeras y una numerosa caballería que habia juntado en el Asia; y que avanzaba hácia la Judea en ademan de subyngarla. Era este Timoteo el General, á quien Judas habia ya antes batido, y Judas cada dia se acostumbraba mas á no asustarse de semejantes nubarrones, porque siempre contaba con la proteccion soberana. Luego reunió sus tropas y en vez de encaminarse al encuentro de Timoteo, que se acercaba, se dirigieron al templo, y echando tierra sobre sus cabezas oraban al Señor, postrados en la grada del altar, para que les fuese favorable y se mostrase enemigo de sus enemigos, y adversario de sus adversarios, como decia la Ley. Asi preparados salieron del templo y marcharon al encuentro de sus enemigos, y al anochecer se avistaron ya los dos campos. Pasaron la noche al frente uno de otro y al salir el sol principió la batalla, teniendo los unos al Señor por fiador de la victoria, á mas de su valor; y los otros el ánimo de su General y su multitud; pero cuando era mas fuerte la pelea aparecieron del Cielo á los adversarios cinco hombres (cinco Angeles en forma de hombres) sobre cabaIlos adornados de oro, guiando á los Judíos. Dos de ellos teniendo en medio al Macabeo, y cubriéndole con sus armas, le conservaban sin lesion, arrojando al mismo tiempo todos cinco contra los enemigos dardos encendidos y rayos que traspasaban á unos, quemaban á otros y ponian á todos en confusion y desorden.

Derrota de Timoteo y sitio de Gazara. Ya se deja conocer cual sería la derrota de este ejército de infieles, atacados á un tiempo por los Angeles del Cielo y los hombres mas valientes de la tierra. Veinte mil y quinientos soldados de á pie quedaron tendidos en el campo de batalla y seiscientos de á caballo. Atónito Timoteo, huyó despavorido á Gazara plaza cercana y fuerte en la que mandaba su hermano Chereas. Allí se encerró con las reliquias de su ejército destrozado, y se hizo fuerte con la guarnicion de su hermano. Los Angeles desaparecieron concluida la batalla, y Judas y sus tropas siguieron á Timoteo y las suyas, cercaron á Gazara, donde se habian encerrado, y ya iban cuatro dias que la batian con la alegría que les causaba su victoria, cuando los sitiados, confiados en la fortaleza de la plaza, al ver que no la asaltaban, principiaron á insultarlos sin medida, y á proferir palabras abominables y horrendas blasfemias.

Rasgo de valor de veinte jóvenes, y destruccion de Gazara. Al oirlas veinte jóvenes del ejército de Judas, llenos de indignacion contra los blasfemos, y de zelo por la honra de Dios, se acercaron con denuedo al pie del muro, y al resplandecer el dia quinto del sitio, emprendieron escalarle. Subian, dice el sagrado texto, con un ánimo feroz; es decir, como si fueran tigres ó leones. Derribaban con terribles estocadas cuanto se les oponía, y luego se les vió triunfantes sobre el muro. Sus compañeros corren á secundar su valor. Unos siguen en pos de los primeros, otros encienden las puertas, otros derriban las torres, y todos se esfuerzan por quemar vivos á los blasfemos. Judas abandonó esta abominable ciudad á un saqueo que duró dos dias enteros, y la redujo á ruinas.

Muerte de Timoteo. Cuando la derribaban y destruían, encontraron á Timoteo que se escondia en un lugar (cueva dicen unos y otros pozo ó cisterna) y allí mismo le mataron. Tambien mataron á Chereas, su hermano, y á Apolofanes, oficial de mucha cuenta. Tan felices y tan milagrosos sucesos pedian de parte de Judas y sus tropas un reconocimiento inexplicable. Victoriosos y enriquecidos con el botin, volvieron á Jerusalen, bendiciendo al Señor que había hecho cosas tan gran

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