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del Señor por aquellos que habia tratado de vender, cambiado su vestido de General por uno comun, y huyendo por las costas del mar, llegó solo á Antioquía, córte de Antíoco, reducido al colmo de la desdicha por la pérdida de su ejército; y el que habia prometido pagar el tributo á los Romanos con los cantivos de Israel, iba ahora publicando: que los Judíos tenian por protector á Dios; y que eran invulnerables, porque seguian las leyes que los habia dado. Queria decir: que el Dios de Israel era el que batia á los Israelitas con los golpes de las armas de sus enemigos, cuando se estraviaban, y que ese mismo Dios era el que derrotaba los ejércitos enemigos, cuando se volvian á él y seguian las leyes que les habia dado.

Judas cantó sus victorias en Jerusalen sin que nadie se atreviese á perturbarle; pero no creyó que era tiempo de fijarse en una ciudad sin murallas y sin defensa; y por otra parte, no dudaba que Antíoco irritado por las derrotas de sus Generales, vendría contra él con todas sus fuerzas, y por esto dejando á Jerusalen, se volvió á su campamento.

Furioso Antioco por tantas pérdidas manda juntar un ejército de todo su reino para esterminar á los Judíos. No erró Judas en la idea que formaba. En efecto, cuando llegaron á Antíoco las noticias de las derrotas de sus Generales y de las victorias de Judas entró en grande cólera y mandó juntar un ejército de todo su reino, compuesto de campamentos en gran manera fuertes. Abrió su tesoro, dió á todos los soldados la paga de un

año, y mandó que estuviesen preparados á todo. Era su intencion destruir el pueblo judío hasta borrar su memoria; pero cuando se acabó de hacer la paga de un año á todo el ejército, se le dijo que quedaba agotado el Erario. Esto desconcertó su cruel plan. Sentía que no tendría ya como antes para sus gastos ostentosos y regalos magníficos, que hacia con prodigalidad, excediendo á los Reyes sus predecesores; y sobre todo temió que si por desgracia no concluia la guerra en la primera campaña, no quedaba dinero para hacer la segunda y acabar con los Judíos. Agitado en gran manera su corazon con estos pensamientos, discurrió ir á la Pérsia á recoger los tributos de aquellas provincias y reunir mucho dinero de cualesquiera

manera.

Obligado por falta de dinero divide en dos partes el grande ejército, deja la mitad á Lisias, y se dirige con la otra mitad á recojerlo en la Pérsia. Tomada esta resolucion nombró á Lisias, que era de sangre real, Regente del reino en su ausencia; le encargó la crianza de su hijo Antioco hasta que él volviese; dividió el grande ejército; dejó la mitad al Regente con los correspondientes elefantes; le dijo lo que queria que hiciese en el reino, y en cuanto á Jerusalen y los Judíos, mandó que enviase el ejército contra ellos para destruir sus tropas y los restos de Jerusalen hasta borrar la memoria de Judíos, y que estableciese en aquel pais hijos de estrangeros y repartiese su tierra por suerte entre ellos. Dadas estas órdenes, tomó la otra mitad del ejército y con ella salió de Antioquía su córte, pasó el rio Eufrates y principió á recorrer las regiones superiores de la Pérsia.

Quinta batalla contra Tolomeo, Nicanor y Gorjias y quinta victoria de Judas. El Regente Lisias eligió á Tolomeo Gobernador de Celesiria y Fenicia, dándole por compañeros á Nicanor y Gorjias, los mismos que habia derrotado Judas, porque habrían conocido en la desgracia el modo de poder resistir y vencer al General judío y como militares de honor tratarían de recobrar su fama perdida y de desquitarse de la vergonzosa derrota que habian sufrido. Todos tres eran hombres poderosos y amigos del Rey, y de su poder y amistad se prometió Lisias el buen cumplimiento del encargo que le habia dejado Antíoco de acabar con los Judíos. Dió, pues, á estos tres Generales cuarenta mil hombres de infantería y siete mil de caballería, á mas de los elefantes, y saliendo de Antioquía con este poderoso ejército, vinieron á acampar en una gran llanura del territorio de Emaus en Judea poco distante de Jerusalen. Los mercaderes de las regiones circunvecinas, ó no habian sabido el triste suceso de los mercaderes de Tiro, Sidon y ciudades marítimas, ó no escarmentaron; porque luego que supieron que las tropas de Antioco habian venido á matar y vender los Judíos, tomaron oro y plata mucho en gran manera, dice el texto sagrado, y muchos criados, y vinieron al campamento para comprar por esclavos á los hijos de Israel; y tambien venian soldados de las regiones circunvecinas y se alistaban en el ejército de los Sirios contra los Judíos.

Vió Judas y sus hermanos que se multiplicaban los males, porque los enemigos se acercaban y traían la órden que habia dado el Rey de acabar con todos los Judíos. Entonces dijeron todos los hijos de Israel cada uno á su compañero: levantemos el abatimiento de nuestro pueblo y peleemos por él y por nuestras cosas santas; y se reunieron para estar prevenidos á la batalla; pero como el arma vencedora de Israel era la proteccion del Señor, su primer cuidado fue implorar esta poderosa arma, orando y pidiendo al Señor misericordia y fortaleza.

Peticion de Israel en Masfa acompañada de un tierno aparato. Jerusalen no estaba habitada y era como un desierto; no habia de sus hijos quien entrase ni saliese de ella. El santuario estaba desmantelado y hollado por los incircuncisos, y estos eran los que ocupaban el alcázar y andaban por Jerusalen. La alegría de Jacob habia huido de esta ciudad y no resonaba ya en ella ni la flauta ni la cítara. Bien quisieran los hijos de Israel hacer súplicas, presentar ofrendas y ofrecer sacrificios en Jerusalen; pero era imposible en la situacion á que se hallaba reducida, y determinaron reunirse y presentar al Señor sus peticiones en Masfa. Era esta una pequeña ciudad, cercana á Jerusalen, en la que vivió Samuel Juez de Israel, y uno de los santuarios á donde acudian á orar y ofrecer sacrificios los Israelitas hasta que se consagró al Señor el templo de Jerusalen. En esta ciudad juntó Samuel al pueblo cuando se halló amenazado de su ruina por un poderoso ejército de Filisteos, y en ella oró, ofreció sacrificios al Señor y pasó en oracion, penitencia y ayuno un dia entero y consiguió al siguiente una completa victoria. Ningun lugar mas á propósito en las presentes circunstancias, fuera de Jerusalen.

En Masfa, pues, se reunieron, ayunaron aquel dia, rasgaron sus vestiduras, se vistieron de cilicios y cubrieron sus cabezas de polvo y ceniza. Hicieron mas, tomaron un trascrito de la órden cruel de Antíoco y le estendieron en el lugar de la oracion á imitacion del piadoso Ezequías que estendió delante del altar las cartas blasfemas de Senaquerib, como queda dicho en la historia de su reinado. Abrieron tambien los libros santos profanados por los idólatras; presentaron vestiduras sacerdotales, primicias y diezmos; y llamaron á los Nazareos, que habian cumplido su tiempo y no podian ofrecer el sacrificio de su voto en el templo, y clamaron con grandes voces al Cielo, diciendo: ¿qué haremos de todo esto y de vuestros Nazareos? ¿á donde los llevaremos (á cumplir su voto?) Vuestras cosas santas (vuestra ciudad y vuestro templo) estan bolladas y manchadas, y vuestros Sacerdotes en abatimiento y llanto. Vos veis que las gentes se han reunido contra nosotros para destruirnos. Vos sabeis lo que piensan contra nosotros; ¿y cómo podrémos sostenernos delante de ellos, si vos, Señor, no nos asistís?

Acabado este importante espectáculo y concluida esta humilde confesion de poder defenderse si el Señor no les asistía y protegía, resonaron réciamente en todo el campamento las trompetas,

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